Según el gobierno nacional, el 93% de los bonistas adhirieron al canje de una parte de la deuda externa del Estado argentino. Por las cláusulas de acción colectiva, el 99% de esa deuda logró ser reestructurada. El canje permitirá al Estado pagar no todo, sino la mitad de los intereses: cerca de US$ 35.000 millones menos.
Pero esta no es toda la deuda que tiene Argentina. La deuda total es de US$ 232.000 millones, un 90% de lo que el país produjo en el 2019. El acuerdo comandado por Guzmán refinanció la deuda en dólares con litigio en tribunales extranjeros. Desde el ministerio de Economía se envió al Congreso un proyecto de ley para la reestructuración de una deuda de US$ 42.000 millones pero bajo legislación argentina. Y el presidente Fernández empezó las negociaciones con el FMI para renegociar otros US$ 52.000 millones.
“La Argentina necesita exportar por 90.000 millones de dólares y tiene ventajas competitivas en producción de proteínas, de hidrocarburos y en servicios y tecnologías como para lograrlo”, aseguró el titular del Banco Central (BCRA). Miguel Pesce, en un comunicado, explicó que el canje de la deuda ayudará a que el BCRA “pueda fortalecer y estabilizar el peso” y que se sostuvo “el tipo de cambio porque consideran que era y sigue siendo competitivo”.
Argentina salió nuevamente de un default. Auspiciosos o con “peros”, economistas de todos los arcos ideológicos afirman que se logró un buen acuerdo. Con esta refinanciación, el país estaría en condiciones –post vacunación de coronavirus- de volver a dinamizar la economía y que crezca después de 8 años. La refinanciación de la deuda que se litiga en los tribunales del FMI, empujaría a la inversión y no al ahorro, y bajaría el precio del dólar, subirían las reservas y empujaría a la producción.
Pero ya sabemos cómo es la economía argentina. Del “stop and go” cíclico de la macroeconomía nacional, el “stop” se está haciendo largo y el “go” se está demorando, y no será duradero si no se resuelven los problemas de fondo del país.