Aguol’ Estrit’

Debido a que cada vez es un recurso más escaso en el mundo, el agua comenzó a cotizar esta semana en el “mercado de futuros de materias primas” de Wall Street. Lo hace junto con otros recursos naturales como el petróleo, el oro y otras materias primas como la soja.

El agua, como bien, ya se comercializa hace mucho tiempo. En los hogares se paga como un servicio, así como se paga por el gas o la electricidad. Hay países que tienen muy poca cantidad de agua para extraer de su suelo e importan grandes cantidades. “La novedad son las cotizaciones a futuro”, asegura un financista de un fondo de inversión: se empiezan a armar contratos que dicen cuánto va a costar el agua en un futuro.

“Hay futuros de crudo, de lluvia, de granizo… lo que se negocia es la probabilidad de ocurrencia de un hecho. Hubo hasta hace unos años un ‘índice de catástrofes’ que medía las probabilidades que hubiera atentados en 10 ciudades de Estados Unidos”, explica el financista. «Un futuro» es un contrato basado en el precio futuro de –en este caso- un bien.

Pero hay que poner las cosas en contexto y tiempo. Empresas productoras agrícolas y otras demandantes de grandes cantidades de agua de la zona oeste de EE.UU. son principalmente quienes operarán estos futuros. Todo el valle de California viene de una sequía de casi dos lustros e incendios muy grandes en los últimos meses. Este hecho puntual ha inaugurado un proceso de especulación financiera con el agua.

Son las grandes empresas agrícolas, mineras y eléctricas de la costa oeste norteamericana quienes demandan estos contratos ya que si necesitan millones de litros para regar miles de hectáreas, para explotar una mina o abastecer una represa, necesitan saber cuánto va a salir el agua cuando la necesiten usar.

Algo positivo. Argentina es uno de los países con una de las reservas de agua dulce más importantes del planeta. El Acuífero Guaraní que se comparte con Uruguay, Paraguay y Brasil es el tercero en importancia a nivel mundial. Pensándolo desde el lado de los activos es una gran noticia ya que Argentina podría también exportar el agua en un mediano plazo.

“Estamos lejos de otros países que necesiten mucha agua, excepto por Chile. El traslado es muy caro y el agua es poco valiosa por eso todavía no es un negocio en Argentina. Pero sí en un futuro cercano se pueden empezar a armar estructuras jurídicas de cara a 20-50 años donde, si todo sigue así, va a ser un bien más escaso aún”, pronostica el financista.

Varias no tan positivas. Si hay un bien exportable, el empresariado argentino no va a dudar en equiparar los precios exportables con los del consumo local; eso significa que el precio del agua subiría considerablemente. Otro elemento de preocupación es la soberanía sobre el agua, ¿cuánto tardarán los lobbys de las grandes potencias económicas de tratar de adueñarse de los recursos hídricos de los países subdesarrollados como el nuestro? Y la mayor preocupación que podemos tener, ya no como individuos, tampoco como país sino como especie: ¿hasta con el agua vamos a especular?

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